La falta de colaboración del cliente en algún momento el proceso terapéutico es un gran impedimento para la mejoría. Hay distintas razones que pueden llevar a dificultades en la cooperación del cliente:
- Que el cliente no tenga las actitudes que se requieren para llevar a cabo determinadas conductas o indicaciones terapéuticas.
- Que el terapeuta no disponga de experiencia para trabajar con determinados clientes (ancianos, personas institucionalizadas, niños, etc.) o de las aptitudes que se requieren para llevar a cabo un determinado programa de tratamiento.
- Que las personas del entorno del cliente favorezcan el mantenimiento de sus patrones disfuncionales, bien estigmatizándole por acudir a un centro de salud mental, bien desaprobando o boicoteando sus tentativas de cambio.
- Que el cliente tenga expectativas reducidas sobre el cambio por considerar que el tratamiento propuesto no será efectivo, o por tener la creencia de que él no posee las capacidades necesarias para lograrlo.
- Que el paciente considere que la consecución de sus metas puede ocasionar algún perjuicio a personas significativas de su entorno. Por ejemplo, si un cliente persigue como objetivo terapéutico llegar a independizarse, puede bloquear los avances por temor a ofender o producir malestar a sus padres.
- Que el cliente sienta temor ante el desconocimiento de cómo podrá llegar a pensar, sentir o comportarse cuando abandone sus patrones disfuncionales.
- Que algunas de las creencias disfuncionales del cliente las tenga también el terapeuta y, por tanto, interfieren con el cambio. Por ejemplo, si un paciente muestra creencias perfeccionistas y el terapeuta también participa de estas creencias, puede llevarles a plantearse como objetivo la eliminación total de conductas problema que no pueden eliminarse del todo, aunque sin mejorarse notablemente.
- Que el cliente no entienda o le falte información sobre pasos que ha de dar para la consecución de sus metas.
- Que el cliente tema perder los beneficios secundarios que le originan sus patrones disfuncionales.
- Que el terapeuta realice intervenciones no oportunas o no las adapte correctamente al ritmo del cliente.
- Que el cliente no tenga la suficiente motivación para el cambio porque no acude voluntariamente a la terapia.
- Que la excesiva rigidez o necesidad de control del cliente interfiera con las indicaciones terapéuticas.
- Que el cliente tenga problemas de control de sus impulsos y/o dificultades para seguir un plan estructurado de tratamiento.
- Que las metas terapéuticas no sean realistas, no hayan sido suficientemente explicitadas, no estén bien definidas operativamente o exista falta de acuerdo entre terapeuta y cliente en cuanto a los objetivos a alcanzar.
- El cliente y/o el terapeuta se sientan frustrados por la falta de avances o por la lentitud de los progresos conseguidos.
- Que el hecho de asistir a psicoterapia influya negativamente en la autoimagen del cliente y, con ello, en los progresos terapéuticos.
Fuente: Vallejo Pareja, Miguel A. (1998) Manual de terapia conducta. Madrid: Dykinson
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